La guerra en Ucrania golpea la economía de Europa
La invasión rusa de Ucrania ha tenido una gran repercusión en la economía europea, afectando a diversos sectores y provocando crisis que se extienden más allá de lo energético. Europa, que dependía del gas natural ruso, se enfrentó a un gran desafío, el reducir esta dependencia mientras que tenía que soportar los aumentos continuos del precio energético. Según el Banco Mundial la alta inflación y las condiciones financieras han dificultado el crecimiento de Europa y Asía central, regiones muy afectadas por el conflicto.
La crecida de los datos anteriores no ha hecho más que aumentar el coste de vida de las personas que viven en la Unión Europea.
A todo esto se le suma la presión humanitaria por la acogida de refugiados ucranianos. Se estima que los Estados miembros de la unión europea se han gastado unos 30.000 millones de euros en alojamiento, asistencia y servicios sociales para estos. Este esfuerzo ha sido necesario pero ha resultado desafiante debido a que muchos presupuestos nacionales han caído en déficit o han caído mucho más aún debido al COVID-19.
La guerra también ha supuesto un aumento en el gasto en defensa de diferentes Estados de la Unión Europea. Estos Estados han comenzado a preferir el gasto en seguridad colectiva, con diferentes inversiones, como las de 20.000 millones en 2022 y el doble de gasto en 2023. Este gasto representa otra circunstancia, el tener que mantener sus programas sociales y recuperación económica lidiando con estos nuevos gastos.
En cuanto al futuro de la Unión Europea se espera que se eleve la economía, en lugares como Europa y Asía Central, según el banco mundial, estas perspectivas son inciertas. Dicha recuperación depende de la resolución del conflicto y la capacidad de los diferentes países para solucionar los diferentes problemas energéticos, la inflación y las presiones presupuestarias. Además algunos países de la UE, particularmente los más cercanos a Rusia, se enfrentarán a impactos más severos, por lo que complica los esfuerzos para dar una respuesta coordinada en toda la región.
En resumen, esta guerra ha demostrado la vulnerabilidad de la economía europea a conflictos externos a ella, forzándola a hacer cambios estructurales significativos.
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